Hoy es mi cumpleaños y no tengo
ganas de escribir, así que dejo un cuento que algunos visitantes de este
espacio conocen. Es bastante más largo que el resto de mis relatos (3500
palabras aproximadamente, contra las 1500-1700 habituales) y más delirante. Lectores,
dense por advertidos.
Prevenciones preliminares
La verdad, tan esquiva al recupero
del pasado, tan obcecada ante la curiosidad de los mortales, prosigue impasible
en las sombras, silenciosa, custodiada por la indiferencia y la ignorancia. En
limitadas ocasiones su guardia es burlada, los misteriosos arcanos son
liberados y, al menos por un instante, cae el velo oscurantista. En el caso que
nos toca, la estricta vigilancia demanda vías alternativas regidas por el
escaso material encontrado, cavilaciones, inferencias y la mera imaginación; A
duras penas evitan que el manto se confunda con una gruesa y pesada cortina.
Enhorabuena, pues: en las líneas que siguen se ha recopilado la tenaz y
esforzada labor de investigadores, antropólogos y estudiosos de prestigiosas
universidades y museos procedentes de todas partes del globo, quienes, pese a
haber encontrado escasos vestigios de las civilizaciones que participan en la
narración, desairaron la mentada protección y se atrevieron a quitar el velo,
contribuyendo invalorablemente en la reconstrucción de la historia. Las fuentes
escritas halladas cobraron gran valor también; debe mencionarse la obra de Cayo
Litigio Alberto, obscuro poeta, historiador y jurisconsulto romano, testigo de
la historia por su carácter de frecuente viajero.
Acaso este relato prevaleciera
sumido en la carestía del conocimiento, en la privación del sinergético aporte
humano antes mencionado, no existiría como revisión histórica; Merodearía los
bañados que circundan al reino de la fantasía. Por tanto, quien suscribe, que
no es sino un mediocre orfebre de oraciones y compendiador de realidades e
ilusiones, un individuo volcado al acto de trasuntar testimonios, un sujeto que
ensaya rescatar del olvido algunas páginas del pasado esperando al menos echar
luz sobre el manto, o un guardián del “copiar y pegar”, conforme a la opinión
de una caterva de suspicaces afectos a los vocablos peyorativos, se siente en
la necesidad de manifestar su gratitud a quienes han asistido, auxiliado y
colaborado en la liberación de la denostada cautiva. A todos ellos, infinitas
gracias.